Este año 2012 será, entre otras cosas, el de Celso Emilio Ferreiro. Eso quiere decir que durante estos 365 días asistiremos a diferentes eventos y conmemoraciones a su persona y obra. La decisión ha sido tomada unánimemente por todo el abanico ideológico del parlamento gallego. Esta determinación, intachable en cuanto a su justicia, trae a mi mente lo escrito por Rafael Chirbes acerca de la figura de Max Aub, de la que todos los partidos políticos pretendían adueñarse.
Es cierto que el poeta recorrió casi todos los caminos posibles, políticamente hablando, dentro de la izquierda de aquel entonces, destacando su participación en la creación junto a otros intelectuales de la Unión do Povo Galego. En los últimos años de su vida acabó por tener un hueco en el Partido Socialista gallego.
El pasado 4 de enero se ha cumplido el centenario de su nacimiento en la localidad orensana de Celanova, lugar en el que también nació otro insigne poeta, Curros Enríquez, del que Ferreiro ha sido catalogado como heredero y del que llegó a escribir una biografía en su juventud. En ambos hay un espíritu combativo, el primero fue condenado a finales del siglo XIX por sus ataques a la religión, y una fuerte defensa de Galicia en sus escritos.
Al igual que otros tantos jóvenes de la época, muy a su pesar (cuando estalla la guerra civil tiene poco más de 20 años), se ve alistado en el bando franquista, de hecho por esa época formaba parte de las Mocedades Galeguistas. En esos momentos, 1936, publica su primer poemario “Cartafol de poesía” (“Carpeta de poesía”). Como sucede en los inicios de muchos escritores está imbuido por las vanguardias y más centrado en el interés estético.
En su posterior libro “O sono sulagado “(“El sueño sumergido”, 1954) editado nada más y nada menos que casi 20 años después de su debut debido en parte a un “retiro” personal y la dedicación a otros trabajos, se atisba ya con decisión la voz personal que irá construyendo Celso Ferreiro. Todavía con la resaca de su “esteticismo”, éste se entremezcla con los aires de trovador, su conciencia humanista y un posicionamiento social claro. Así aparecen versos en que se hacen patentes esos diversos tonos, “Celso Emilio me llaman pero tengo / otros nombres más severos apuntados en un registro de vientos polifónicos” o “Antiguas torres en líquenes doradas, el surtidor, las calles silenciosas”, y su ya palpable militancia, “Yo canto a los emigrantes que no quieren ser topos hozando día tras día”.
“Longa noite de pedra” (“Larga noche de piedra”, 1962), en clara referencia a la oscura época que se vive en Galicia y en el resto del Estado, es la obra esencial del poeta y donde se afirman anteriores rasgos y aparece también su habitual existencialismo (“Los corazones de los hombres que a lo lejos acechan / hechos estarán también de piedra”). Versos como “Mirad como estamos mutilados levantados los muñones podridos en la noche interminable” sirven como crónica perfecta del ambiente de esos años. No faltan dardos envenenados hacia la burguesía como el poema “Goethe” y la reivindicación nacional y social demostrada en los versos “Lengua proletaria de mi pueblo, la hablo porque si porque me gusta”. Un poemario en definitiva lleno de angustia, vital y social, expresado con un lirismo sobrio pero impactante.
Por esos años emigra a Venezuela, donde sigue trabajando por Galicia. Este hecho, y las dificultades que se encuentra para hacerlo con dinamismo, junto a la natural “morriña” hacen que la experiencia no sea nada agradable. Como consecuencia de ese entorno escribe el polémico “Viaxe ao pais dos enanos” (“Viaje al país de los enanos”). En él habla con desdén y con un tono satírico agrio muy evidente de los emigrantes y su nula intención de luchar (“La Galicia emigrada que buscaba era tan solo un pozo de residuos”).
Esa ironía hará acto de aparición en posteriores trabajos, como sucede en “Cantigas de escarnio e maldicir”, obvio viendo su título y todavía más al leer poemas tan rotundos como “Leyendo cierto período menstrual”. En su posterior libro, “Terra de ningures” sin embargo, opta por una poesía más centrada en el paisaje entremezclado con el sentimiento de exilio (“Hablamos de ti, te damos un nombre / pero nadie escucha / tu cantar profundo”) .
“Antipoemas” y “Cimenterio privado” (“Cementerio privado”) vuelven a recuperar el tono más incisivo. En el primero utiliza una forma más prosaica para construir sus poemas mientras que en el otro sin embargo son, por norma general , poemas cortos, a modo de breves reflexiones, con una intención social clara y con un tono satírico en ocasiones. “Onde mundo se chama Celanova” recupera un ambiente nostálgico rememorando su infancia y su tierra en contraposición con el paso del tiempo (“La tarde y el paisje, hermanos y gemelos, / se desvanecían en los bosques de oro”) . En su último poemario “O libro dos Homenaxes”, que realiza poco antes de su muerte, se intuye ya un claro tono crepuscular y está dedicado a personajes que influyeron en su vida.
Es indudable que Celso Ferreiro praticó la llamada poesía social, pero sus creaciones, al contrario que sucede con otros escritores, no se circunscriben a un momento determinado, la calidad con que practicó este género las convierten en atemporales. En su caso además, no tan habitual en autores de sus características, su nombre ha sido siempre admirado y respetado, principalmente en Galicia. En este “su año” hay una nueva oportunidad para que su voz resuene por todos los rincones y su mensaje, el que transmite sus versos, cobre más fuerza todavía.
( http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article32710 )