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01-10-2014

La magia de la poesíarecopilación de poemas recitados polo locutor de radio Luis del Olmo, nos que se inclúe o poema Oración polos parvos de Celso Emilio.

La magia de la poesía, recopilación de poemas recitados por el locutor de radio Luis del Olmo, en los que se incluye el poema Oración por los tontos de Celso Emilio.

Oración polos parvos
Señor Dios ten piedá dos probes parvos
que non sabemos ren de xeometría
i embobados na música celeste
esquecemos a fórmula
do binomio de Newton.

Imos andando a trancas e barrancas
adeprendendo as cousas tristemente
por iste mundo adiante que fixeches
en sete días só, según os libros.

Eu son un pouco parvo, ben comprendo.
Nunca poiden saber para qué sirven
moitas cousas escuras que consintes.
Humildemente quixen preguntar
preguntas pequeniñas coma seixos
sobre os grilos que cantan incansábeles
e os amores dos peixes,
pero sempre chegaban unhos homes
carregados de textos
e mazacotes grises sapientísimos,
con datas rigurosas, datos certos,
horríbelmente certos, abafantes.
Mais ninguén me decía dos paxaros,
dos cávados, das froles, e desas nubes
que pousaches, Señor, sobre o meu teito.

Perdóanos, Señor, tanta parveza
e ten piedá de nós, dos probes parvos
que andamos os camiños das estrelas
cos ollos alcendidos
na bebedeira tépeda das fábulas.

E cando chegue a hora do Xuicio
á túa veira lévanos cos nenos,
cos santos inocentes, cos velliños,
e déixanos seguir ollando ao ceo,
modelando no vento doces sonos,
comoTi fas, Señor, dende o Principio.

O soño sulagado 1954
Oración por los tontos
Señor Dios ten piedad de los pobres tontos
que no sabemos nada de geometría
y embobados en la música celeste
olvidamos la fórmula
del binomio de Newton.

Vamos andando a trancas y barrancas,
aprendiendo las cosas trístemente
por el mundo adelante que tú hiciste
en sólo siete días, según los libros.

Yo soy un poco tonto, lo comprendo.
Nunca pude saber para qué sirven
muchas cosas oscuras que consientes.
Humildemente quería preguntarte
preguntas diminutas como cuarzos
acerca de los grillos que cantan incansables
y los amores de los peces,
pero siempre llegaban unos hombres
cargados de textos
y de mamotretos grises sapientísimos,
con fechas rigurosas, datos ciertos,
horriblemente ciertos, asfixiantes.
Pero nadie ma hablaba de los pájaros,
de los renacuajos, de las flores y de esas nubes
que posaste, Señor, sobre mi techo.

Perdónanos, Señor, tanta tontería
y ten piedad de nosotros, de los pobres tontos
que recorremos los caminos de las estrellas
con los ojos encendidos
en la tibia embriaguez de las fábulas.

Y cuando llegue la hora del Juicio,
llévame a tu vera con los niños,
con los santos inocentes, con los viejitos,
y déjanos seguir mirando al cielo,
modelando en el viento dulces sueños,
como Tú haces, Señor, desde el principio.

El sueño sumergido 1954